sábado, 15 de enero de 2011

Amígdalas y Adenoides

Las amígdalas (palatinas) están situadas en unas fosas situadas en las paredes laterales de la garganta (faringe), extendiéndose desde el paladar blando hasta la base de la lengua.  Las adenoides ( amígdalas faríngeas) están en la parte más alta de la garganta, detrás del velo del paladar. También hay unas amígdalas linguales, situadas en la base de la lengua, y pequeñas estructuras en forma de columnas o puntos en la pared posterior de la garganta.  Todas estas estructuras tienen un importante papel en la defensa  inmune, al estar colocadas apropiadamente donde hay la exposición a sustancias (antígenos, tóxicos, virus, bacterias) inhaladas e ingeridas. Estos tejidos son muy activos en la infancia y tienden a involucionar tras la pubertad.

En ocasiones la extirpación de amígdalas y adenoides se hace recomendable y hasta necesaria, sin que por ello haya un déficit inmunológico significativo.

Se indica la operación cuando existe apnea obstructiva del sueño, complicaciones cardiopulmonares secundarias a la obstrucción de la vía aérea, cuando se sospeche tumor (por crecimiento asimétrico de las amígdalas), si sangran las amigdalas al inflamarse o si las amigdalitis producen convulsiones febriles. Si afectan la manera de hablar, si hay anomalías del crecimiento craneofacial, si hay otitis media persistente o recurrente.  También se indica si hay episodios infecciosos comprobados que sean severos, prolongados, muy repetidos o que no responden a la antibioterapia. Si hay halitosis (mal aliento) y amigdalitos (unas masas blanquecinas que se forman en las criptas, de mal sabor y olor).  Si ha habido absceso periamigdalino o si hay disfagia debido al crecimiento de las amigdalas.

Pueden indicarse la operación de las amigdalas  y adenoides de manera conjunta o no según las necesidades del paciente. En todo caso, hay pacientes que NO pueden ser operados: enfermedades hemorrágicas, anemia importante, infección aguda y  riesgo anestésico elevado por una enfermedad no controlada.

El pediatra y el otorrinolaringólogo deben agotar los recursos médicos conservadores para evitar la operación o mejorar las condiciones del paciente, para que la operación sea viable y de bajo riesgo.  Puede que requiera controlar al paciente un tiempo por éste motivo. Los pacientes con síndrome de Down (mongólicos) requieren precauciones especiales.

Luego de la operación se indica reposo de hasta 2 semanas, control del dolor, antibióticos y dieta blanda.

Luego de la operación pueden presentarse complicaciones: hemorragia (en el pos operatorio inmediato el riesgo es del 2 %, después de las primeras 24 horas el riesgo es del 3%), obstrucción de la vía aérea por edema, edema pulmonar (en pacientes con obstrucción adenoamigdalar de larga duración), insuficiencia velofaríngea (1 x cada 10.000 pacientes sanos), estenosis nasofaríngea, deshidratación y pérdida de peso.

Es controversial si puede hacerse de manera ambulatoria o bajo hospitalización. Es indispensable ésta ultima forma en pacientes de domicilio lejano o cuando el médico considere que haya mayor riesgo de complicación.

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